SIGNOS Y/O SÍNTOMAS DEL TEA

Signos y/o síntomas del TEA

Al tratarse de un trastorno neurobiológico es difícil establecer unos síntomas para todos los pacientes, si bien es cierto que la mayoría de ellos presenta algunas de las siguientes características

De 0 a 1 año

Durante el primer año de vida, algunos signos tempranos que pueden indicar la presencia de Trastorno del Espectro Autista (TEA) incluyen una escasa o nula utilización de la mirada dirigida hacia las personas, así como la ausencia de anticipación cuando el bebé va a ser cargado, por ejemplo, no estirando los brazos ni mostrando disposición. También puede observarse una falta de interés por juegos interactivos simples, como el clásico “cucú-tras”, y la ausencia de la sonrisa social, que suele surgir como respuesta natural a la interacción con otras personas.

Además, es común que estos bebés no presenten ansiedad ante personas extrañas, incluso después de los 9 meses, una etapa en la que lo habitual es que los niños/as muestran cierto recelo ante desconocidos. Otro signo relevante es que el bebé no reacciona al escuchar su nombre, lo que puede interpretarse como una falta de reconocimiento o de respuesta social esperada

De los 12 a los 18 meses

En el transcurso del primer año y hacia el segundo, algunos signos que pueden estar presentes en niños/as con Trastorno del Espectro Autista (TEA) incluyen la ausencia de palabras sencillas, como “mamá” o “papá”, que suelen aparecer en los primeros intentos de comunicación verbal. También es común que no imitan gestos, sonidos o acciones de los adultos, lo cual forma parte fundamental del aprendizaje social en esta etapa.

Otro indicador frecuente es que el niño/a continúe sin responder cuando se le llama por su nombre, lo que sugiere una falta de conexión social. Asimismo, puede no mirar hacia donde otras personas señalan, lo que refleja dificultades para compartir la atención o interesarse por lo que otros observan.

Además, es posible que no señala para pedir lo que quiere ni para mostrar objetos de interés, comportamientos que normalmente surgen como parte de la comunicación no verbal en el desarrollo típico. Por último, también puede observarse una ausencia de balbuceo, que suele ser uno de los primeros indicios del desarrollo del lenguaje oral.

De los 18 a los 24 meses

En los primeros años de vida, algunos niños/as con Trastorno del Espectro Autista (TEA) pueden presentar señales como la falta de gestos comunicativos básicos, por ejemplo, no señalar con el dedo para compartir un interés, y dificultades para seguir la mirada de un adulto o para dirigir la suya hacia donde otros señalan. También es frecuente observar un retraso en el desarrollo del lenguaje, tanto en su comprensión como en la capacidad para expresarse verbalmente.

En cuanto al juego, puede haber una ausencia de juego funcional con los juguetes, sustituyéndolo por patrones repetitivos o estereotipados, así como una falta de juego simbólico, que implica representar situaciones imaginarias o de la vida real. A menudo, estos niños/as muestran escaso interés por interactuar con otros niños/as o incluso con sus propios hermanos, y raramente comparten objetos de interés con los adultos.

Otros signos incluyen la falta de respuesta al ser llamados por su nombre, la ausencia de imitación de gestos o acciones observadas en los demás, y una limitada expresión de afecto positivo, como sonrisas o abrazos. En algunos casos, se observa también una pérdida de habilidades previamente adquiridas, como el uso de palabras que antes pronunciaban con claridad y que, con el tiempo, dejan de utilizar.

Déficits en 3 áreas

A partir de esta edad todos estos signos se hacen cada vez más evidentes ya que,  a medida que se van haciendo más mayores, los niños/as de su entorno desarrollan las habilidades sociales y se interesan por el mundo que les rodea; y los niños/as con TEA se aíslan y observamos déficits en 3 áreas: 

Comunicación

En el ámbito de la comunicación, los niños/as con Trastorno del Espectro Autista (TEA) suelen presentar un retraso significativo en el desarrollo del lenguaje, y en muchos casos, ni siquiera intentan hacerse entender a través de gestos o vocalizaciones. La imitación, que es una herramienta clave en el aprendizaje del lenguaje, suele estar ausente. Es común que repitan palabras o frases sin un propósito comunicativo claro (ecolalia), y que hablen de sí mismos en segunda o tercera persona. Además, su entonación puede resultar inusual o monótona, y tienden a no responder con una sonrisa cuando alguien les sonríe. Muchos de ellos muestran una actitud de autosuficiencia aparente, evitando pedir ayuda o manifestar sus necesidades.

Interacciones sociales

En cuanto a las interacciones sociales, es frecuente que estos niños/as no establezcan contacto visual con otras personas y que muestran un escaso o nulo interés por interactuar con sus pares. No interpretan con facilidad las emociones de los demás, como la alegría o la tristeza, lo que limita su capacidad de respuesta empática. 

Prefieren jugar solos y raramente comparten juguetes u objetos de interés con los demás. También se observa una limitación importante en su capacidad de imitar conductas, lo que dificulta aún más su aprendizaje a través de la observación.

Conducta

En lo que respecta a las alteraciones de la conducta, los niños/as con TEA suelen aferrarse a rutinas rígidas y pueden mostrar una gran resistencia a los cambios, incluso a los más pequeños. Sus juegos suelen ser repetitivos y poco funcionales, como alinear objetos, encender y apagar luces de manera constante o agrupar elementos según patrones propios. Además, pueden presentar hipersensibilidad a estímulos sensoriales como sonidos, texturas o el contacto físico, así como una respuesta atípica al dolor. Los movimientos repetitivos como agitar las manos, balancearse, golpear los pies o mover la cabeza (conocidos como estereotipias) también son frecuentes en este grupo

Crea tu propia página web con Webador